Una de las principales conclusiones de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992, fue que la protección ambiental y el desarrollo económico requieren soluciones globales. En este sentido, la "Cumbre de Río" fue un hito histórico, puesto que por vez primera se logró poner de acuerdo a países de todo el mundo para adoptar un nuevo enfoque sobre el desarrollo basado en la desaparición de la pobreza y la protección del medio ambiente. Sin embargo, la escasa voluntad real de los países industrializados, como ha quedado reflejado en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o en el incumplimiento del Protocolo de Kyoto por parte de Estados Unidos, siendo el país que emite una cuarta parte del principal gas de efecto invernadero, el dióxido de carbono (CO2), ha supuesto que los problemas ambientales no sólo no desciendan, sino que sigan aumentando.
Los defensores de la globalización aseguran que algunos problemas ambientales, como la calidad del agua y ciertos tipos de contaminación, mejoran al crecer el nivel económico, o que el libre comercio favorece el uso eficiente de recursos y la difusión de tecnologías limpias y que contribuye a acabar con subvenciones y políticas que favorecen productos y actividades ambientalmente nocivos. Sin embargo, quienes rechazan el desarrollo de la globalización aseguran que es un hecho histórico que el aumento de la producción estimulado por el libre comercio y la mejora de la eficiencia supongan un mayor consumo de recursos, y que problemas como la generación de residuos y las emisiones de CO2 parecen crecer con el nivel de riqueza. Respecto a las "ventajas" del libre comercio, sus críticos reprochan que el mercado no selecciona por sí mismo productos y actividades más limpios que los actuales a no ser que le produzca una rentabilidad económica directa, cosa que no siempre se da. La idea del "mercado verde", siguiendo fórmulas neoliberales para resolver los problemas ambientales, también ha cobrado especial auge en los últimos años.
Así, cabe destacar el impacto ambiental de prácticas como la "revolución verde", que promovió en el Tercer Mundo una agricultura muy contaminante e insostenible, con un enorme uso de agua, fertilizantes, venenos químicos y energía, con la justificación de "acabar con el hambre en el mundo".
Asimismo, los problemas medioambientales también afectan a la globalización, puesto que la economía depende en última instancia de la Naturaleza
Cómo evitar las consecuencias negativas de la globalización
Los detractores de la globalización mantienen que una solución duradera a los problemas ambientales globales pasa necesariamente por una profunda reestructuración de las relaciones económicas y las políticas internacionales, sobre bases de equidad y justicia social y fortaleciendo unas normas ambientales debilitadas por los intereses del libre comercio. Dado que no se conocen realmente las consecuencias de los cambios ambientales globales que se están provocando con este modelo económico, el principio de precaución debería llevar al establecimiento de límites rigurosos a estas alteraciones, como por ejemplo la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por su parte, los defensores de la globalización aseguran que los problemas ambientales surgen de una regulación inexistente o inadecuada de la producción y el consumo, por lo que la globalización no sería su causa. Así, consideran que las soluciones no deberían plantearse limitando el libre flujo de inversiones, mercancías y servicios, sino fortaleciendo las políticas ambientales, maximizando los beneficios y minimizando los costos para la sociedad.
Fuente: CONSUMER EROSKI
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