martes, 30 de agosto de 2011

Huracán Irene: 44 muertos, inundaciones y pérdidas por US$ 7 mil millones

Mientras Nueva York vuelve a la normalidad, Vermont lidia con las peores anegaciones en un siglo. Cinco millones de hogares en los EEUU siguen sin energía tras el paso del huracánLa verdadera magnitud de la furia del huracán Irene comenzó a surgir el lunes, cuando la cifra de víctimas fatales aumentó a 44, varias poblaciones de Nueva Inglaterra padecían inundaciones tremendas y millones de personas estaban frente a la perspectiva descorazonadora de varios días sin electricidad en pleno verano.

Del estado de Carolina del Norte -en el centro de la costa oriental de Estados Unidos- a Maine -en el extremo nororiental-, los habitantes de numerosas comunidades hicieron trabajos de limpieza y empezaron a calcular los daños disparejos y difíciles de cuantificar. El meteoro no dejó un escenario de pesadilla en la ciudad más grande del país, pero le asestó un duro golpe a poblaciones tierra adentro.

En la ciudad de Nueva York, donde la gente temía un desastre peliculesco con el agua corriendo entre los rascacielos, el metro y los autobuses volvieron a circular por la mañana del lunes con normalidad y oportunidad para los pasajeros. Para sorpresa de los neoyorquinos, la situación transcurrió con cierta tranquilidad.

Pero hacia el norte, el estado mediterráneo de Vermont tuvo que lidiar con lo que su gobernador calificó como las peores inundaciones en un siglo. Los torrentes también fueron intensos en la zona rural norteña del estado de Nueva York.

En muchos casos, el momento de máximo peligro llegó después que la tormenta había pasado, cuando el agua de las lluvias llegó a ríos y arroyos y los convirtió en torrentes. Irene dejó caer 28 centímetros de agua sobre Vermont y más de 33 centímetros en algunas partes de Nueva York.

"Esperábamos lluvias intensas", comentó Bobbi-Jean Jeun, del caserío de Clarksville, en las inmediaciones de la ciudad de Albany, en Nueva York. "Esperábamos inundaciones. Parece que alguien desactivó una bomba".

Al menos 44 víctimas fatales

Irene causó la muerte de al menos cinco personas en la República Dominicana y Haití. La primera muerte conocida fue el caso de una mujer que intentó cruzar un río crecido en el territorio estadounidense de Puerto Rico.

La cifra de muertes en 11 estados orientales de Estados Unidos había permanecido en 21 hasta la noche del domingo, pero luego se elevó drásticamente a 38 por el rescate de cadáveres de ahogados en lugares anegados y de personas golpeadas por árboles caídos o electrocutadas por cables derribados.

Una persona que conducía un vehículo desapareció cuando un camino se derrumbó y se tragó a dos automóviles en un punto ubicado a unos 100 kilómetros al noreste de la ciudad canadiense de Montreal.

Daños al por mayor

El recuento de la destrucción provocada por Irene también aumentó. Una casa al parecer vacía explotó la madrugada del lunes en una zona inundada que fue desalojada en la ciudad de Pompton Lakes, en Nueva Jersey. Los bomberos tuvieron que sofocar las llamas desde una barca.

En el suburbio de Guilderland, en la localidad de Albany, en Nueva York, la policía rescató el lunes a dos personas luego de que su vehículo fue arrastrado por las aguas. La policía los encontró tres horas después aferrados a un árbol en un arroyo crecido.

"Va a tomar tiempo recuperarse de una tormenta de esta magnitud", declaró el presidente Barack Obama, y ofreció que el gobierno haga todo lo que esté a su alcance para ayudar a la gente a superar el problema.

Según la firma de valuación de daños Eqecat, el huracán habría causado perjuicios por unos 7.000 millones de dólares.

Para numerosas personas, las secuelas podrían resultar más dolorosas que el meteoro mismo. En Carolina del Norte, donde Irene pegó el sábado para luego seguir hacia Nueva York y Nueva Inglaterra, unas 1.000 personas continuaban en albergues esperando noticias de sus casas.

Al mismo tiempo, casi cinco millones de hogares y negocios de una docena de estados se quedaron sin electricidad. Las empresas eléctricas advirtieron que el sistema se normalizaría en al menos una semana.

"Cuando el refrigerador se calienta, mi insulina se descompone. Yo podría caer en choque diabético. Esto es algo espantoso porque no sabemos cuánto tiempo va a seguir así", lamentó Patricia Dillon, una mujer con parálisis parcial que vive en una casa para discapacitados en Milford, Connecticut, donde el servicio eléctrico falló y un generador se averió. Con la voz quebrada, añadió, "estoy muy cansada, estresada, exasperada, asustada".

Al avanzar hacia el oriente de Canadá, Irene presentaba vientos fuertes y rachas de casi 90 kilómetros por hora a su paso por zonas de New Brunswick en el sur, Nueva Escocia en el norte y la isla Prince Edward.



Fuente: Infobae.com / AP




+ Leer más...

miércoles, 10 de agosto de 2011

De Hiroshima a Fukushima, la tragedia de la energía nuclear

En 1945 EEUU lanzó las dos primeras bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki. A estas dos fechas de duelo se suma ahora el 11 de marzo, cuando un sismo y un tsunami destruyeron la central de Fukushima.
No hay ciertamente relación entre un país arrasado, con centenares de miles de muertos desintegrados de un golpe y otros que sufrirían por el resto de su vida, y un desastre nuclear del cual sólo se pueden entrever sus dramáticas consecuencias pero que, por el momento, está circunscrito a una sola región.

Los testimonios de los sobrevivientes de Hiroshima durante las ceremonias de homenaje a las víctimas han tenido este año un carácter aún más desgarrador. ¿Cómo es que un Estado cuyo pueblo conoció en carne propia el horror del fuego nuclear, ha podido ser tan descuidado ante los riesgos que supone el átomo, más aún en un país sometido a las fuerzas de la naturaleza?

Junto a los testimonios, a las revelaciones y las opiniones de expertos mantenidos durante mucho tiempo en el ostracismo por el lobby nuclear e ignorados por los medios, los japoneses comienzan a entrever el trasfondo de la catástrofe de la cual cada día se va conociendo un poco más. Están tomando conciencia de la culpable “apuesta” de sus élites que minimizaron el riesgo. Más allá de los problemas de una buena administración del operador de la central, Tokyo Electric Power Co (Tepco), y del debate “a favor o en contra de lo nuclear” se plantea el tema de un Estado que no supo proteger a la nación y de los legisladores que han traicionado las expectativas legítimas de seguridad de quienes ellos representan.

Cinco meses después del accidente que está lejos de ser controlado, se busca en vano a los responsables de un desastre en cual se mezclan una insuficiente precaución, simulaciones, falsificaciones de documentos, mentiras y manipulación de la opinión pública.

“Es peor que en Chernobyl, nadie asuma la responsabilidad”, afirma Kenzaburo Oe, premio Nobel de Literatura. “La negligencia se disuelve en una nebulosa de colusión entre administración, operadores, fabricantes de reactores y grandes medios de prensa que transmiten las afirmaciones de los expertos de lo que aquí se llama la “aldea nuclear”.

La catástrofe de Fukushima ha abierto una crisis de confianza que toca a las instituciones: una burocracia que, desde la restauración de la dinastía Meiji (finales del siglo XIX, época de la entrada en la era moderna), ha administrado el país no sin una morgue, relegando la política a un segundo plano. No hay que negar su éxito.

El “triángulo de hierro” (administración, política y empresarios) ha hecho de Japón una de las potencias económicas del mundo.

Pero no “sin fisuras”, como lo demuestran las enfermedades por la contaminación en 1960-1970, entre ellas la de Minamata (contaminación por el mercurio orgánico derramado en el mar por una fábrica química), con millares de muertos y de afectados de por vida. Ya entonces, el Estado no defendió a sus ciudadanos: fueron las víctimas las que lucharon durante años para que finalmente se dejara de negar la relación entre la contaminación y la enfermedad.

A 66 años de Hiroshima y Nagasaki, Japón ha sido de nuevo víctima del átomo. Pero, esta vez, él es responsable del desastre. Y este año, el Congreso de Japón contra la Bomba Atómica (Gensuikin), el más importante movimiento antinuclear del Archipiélago creado en 1965, añadirá a su eslogan No more Hiroshima! No more Nagasaki!”. un “No more Fukushima !”. (¡No más Hiroshima! ¡No más Nagasaki! ¡No más Fukushima!)

Japón demostró en el pasado su capacidad de reinventarse. Y éste será sin duda de nuevo el caso. Pero, esta vez, tendrá que haber un nuevo contrato social entre el Estado y la nación.


• Hiroshima y Nagasaki: El genocidio nuclear.



Fuente: Le Monde / D'Hiroshima à Fukushima, la tragédie du nucléaire
Autor: Philippe Pons, corresponsal de Le Monde en Tokyo, Japon.
Traducción: Milenio.com






+ Leer más...