La crisis alimentaria registrada entre 2006 y 2008 ha demostrado la fragilidad del sistema mundial de alimentos, ya que un aumento de la demanda en una zona del planeta y la caída de la producción en otra, junto a las restricciones en las exportaciones de India y Argentina, han provocado un incremento de los precios y la escasez en algunos alimentos. El maíz, por ejemplo, subió el año pasado un 87% en México. Y estas fluctuaciones de precios y suministros podrían agravarse con el cambio climático, ya que, a finales del siglo XXI, las temperaturas medias de las zonas de los trópicos y subtrópicos serán más elevadas que la máxima registrada en el periodo 1900-2006, según un estudio que publica Science.
David Battisti y Rosamond Naylor, investigadores de las universidades de Washington y Standford, respectivamente, han analizado las series históricas de 23 modelos climáticos empleados por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y concluyen, con un 90% de probabilidad, que los veranos serán más calurosos en estas zonas del planeta de lo que han sido en el siglo XX.
El aumento de las temperaturas en las regiones de los trópicos tendría "impactos dramáticos en la productividad agrícola y ganadera y en la seguridad alimentaria", afirman los investigadores. El cambio climático es "más serio" que todas las fluctuaciones registradas hasta ahora, añaden. Así, los veranos más calurosos registrados a los largo del siglo XX, como los de Europa occidental en 2003, serán lo habitual a finales del XXI. Ese año murieron en Europa 52.000 personas por la canícula en julio y agosto. En España, en agosto de 2003 se batieron récords históricos para ese mes con 45,8°C en Córdoba, 45,2°C en Sevilla, 44,4°C en Badajoz y 40,6°C en Madrid Cuatro Vientos.
Menos agua
A finales de siglo XXI, las pérdidas en los cultivos serán de entre el 2,5% y el 16% por cada grado centígrado que aumente la temperatura. Frente a la creencia de que los cultivos crecen mejor en climas templados, los investigadores argumentan que las altas temperaturas provocarán daños en las plantas por su incapacidad para adaptarse, reducirán el crecimiento de las hojas y frutos, adelantarán la maduración entre 10 y 20 días, se reducirá la humedad de la tierra y aumentará el consumo de agua. En Italia, durante la ola de calor de 2003 se redujo en un 36% la producción de maíz, y en Francia, un 30%.
Las regiones más afectadas por esta subida de temperaturas serán las zonas tropicales y subtropicales de Asia, África, América y Oriente Medio. A mediados de siglo empezarán a notarse los incrementos de temperaturas, pero en el periodo 2080-2100, gran parte de las regiones mencionadas registrarán veranos más calurosos que los más cálidos del siglo XX.
Maíz y uvas modificados para ser tolerantes a la sequía
"Será muy difícil hacer frente al déficit de alimentos, a menos que se hagan esfuerzos en desarrollo de cultivos adaptados y más tolerantes al calor, y sistemas de riego más eficientes y diseñados para cada tipo de plantación", advierten los investigadores Battisti y Naylor en su estudio. Y es que el agua y las plantas deberán gestionarse de forma diferente a finales del siglo XXI.
Las empresas de biotecnología ya han empezado a desarrollar cultivos adaptados a la sequía, como Monsanto, que cuenta con un ensayo en fase III de su maíz tolerante a la sequía, es decir, una modificación genética que hace que la mazorca necesite menos agua y menos nutrientes para crecer.
Por su parte, la Fundación Genoma España lleva a cabo el proyecto GrapeGen en el que han desarrollado un bio-chip para mejorar la calidad genética de la uva de mesa y controlar factores climáticos como el estrés hídrico o la excesiva insolación. Durante la investigación se han encontrado 2.715 genes nuevos relacionados con el desarrollo de la vid. Además, la Fundación Genoma cuenta con un proyecto específico de estudio del impacto del cambio climático en la producción de uva, en el que se analizarán los genes implicados en la maduración en condiciones climáticas extremas.
Otra de los impactos del calentamiento es la aparición de enfermedades en lugares donde no eran habituales. En el sudeste de Asia, las bananas sufren la enfermedad de Panamá o marchitamiento por Fasarium, y científicos de Queensland han fabricado la primera planta de banana resistente a esta enfermedad mortal, ya que temen que esta patología pueda alcanzar las plantaciones de Queensland y Nueva Gales del Sur (Australia).
Fuente: Público.es
Autor: María Garcia de la Fuente / Madrid
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